Para Krafft-Ebing, el sadismo consistía en
“Experimentar sensaciones sexuales placenteras (incluido el orgasmo) producidas por actos de crueldad, castigos físicos inflingidos en la persona de uno o vistos en otros, sean esto animales o humanos. Puede también consistir en el deseo innato de humillar, lastimar, herir y aún destruir otros para proporcionarse placer”
y el masoquismo:
“es lo opuesto al sadismo”... “Es una perversión de la vita sexualis física en la que el individuo afectado, en sentimiento sexual y pensamiento, es controlado por la idea de ser completa e incondicionalmente sujeto a la voluntad de una persona del sexo opuesto; de ser tratado por esta persona como por un amo, humillado y abusado”
Krafft-Ebing consideraba que el hombre tenía una agresividad “natural”, para conquistar la “natural” pasividad de las mujeres. Así que es natural para los hombres ser algo sádicos, y para las mujeres ser algo masoquistas. La sexología médica debía establecer el límite entre lo que es “natural” y lo que es “enfermo” (y, según veremos, consideraba “enfermo” que las mujeres disfrutaran con fantasías masoquistas)
Pero sí entendió correctamente que el sadismo y el masoquismo eran acerca de sumisión, no de dolor, y que eran innatos Esto último fue luego "corregido" par sus seguidores, que decidieron que si alguien no recordaba haber sido azotado o haber visto azotar a alguien era porque probablemente había "reprimido" esos recuerdos.
Publicaremos dos casos de mujeres masoquistas con los que seguramente nos podremos identificar.
De paso, ninguna de ambas fue azotada de niña (una estuvo sobre las rodillas como diversión, la otra dice explícitamente que no fue azotada), lo que tantos creen que es la razón por la cual la gente disfruta siendo azotada, y ninguna pensó que sus fantasías eran sexuales. Ni siquiera las relacionaron principalmente con hombres, y no eran lesbianas (lo que Krafft-Ebing hubiera notado rápidamente). “No entendía que estas manifestaciones eran de naturaleza sexual”, dice de una de ellas. ¿Quizás porque no lo eran?
Caso 84
"Miss X, veintiún años de edad. Se consideraba físicamente sana, pero periódicamente insana, es decir cuando era atormentada por las fantasías que describía de esta manera:
Desde su más temprana juventud tenía fantasías de ser azotada. Simplemente se deleitaba con estas ideas, y tenía el deseo más intenso de ser castigada severamente con una caña de rattan.
Este deseo, según ella, se originaba en el hecho de que a los cinco años un amigo de su padre la puso por diversión sobre sus rodillas y simuló golpearla. Desde entonces deseaba la oportunidad de ser azotada con la caña, pero, lamentablemente, sus deseos nunca se realizaron. En estos períodos se imaginaba a sí misma como absolutamente indefensa y atada. La mera mención de las palabras “caña de rattan” y “azotar” le causaban intensa excitación. Sólo en los dos últimos años ha asociado esta idea con el sexo masculino. Antes sólo pensaba en una severa directora de escuela o simplemente una mano.
Ahora deseaba ser la esclava del hombre que amaba; besaría sus pies si tan sólo la azotara.
No entendía que estas manifestaciones eran de naturaleza sexual.
Unas pocas citas de sus cartas son características para mostrar el carácter masoquista de éste caso:
“En años anteriores contemplé seriamente la posibilidad de ir a un asilo de lunáticos cada vez que estas ideas me preocupaban. Llegué a esta idea leyendo acerca de como el director de un asilo de insanos sacó a una mujer de la cama tirando de su cabello y le pegó con una caña y una fusta de montar. Deseaba ser tratada de tal manera en uno de esos institutos, y desde entonces he asociado mis ideas con el sexo masculino. Prefería pensar, sin embargo, que las que me golpeaban sin piedad eran guardianas brutales y sin educación.”
“Echada ante él (en la fantasía), pone un pie en mi cuello mientras le beso el otro. Me deleito en la idea de ser azotada por él. Pero esto cambia a menudo, y fantaseo con diferentes escenas en las cuales me pega. A veces tomo los golpes como tantas muestras de amor – al principio es extremadamente bondadoso y tierno, y entonces en un exceso de amor, me pega. Fantaseo que azotarme por amor le da el mayor de los placeres. A menudo he soñado que soy su esclava – pero, adviértanlo, ¡no una mujer esclava! Por ejemplo, he imaginado que él era Robinson y yo el salvaje que lo servía. A menudo miro dibujos en los cuales Robinson pone su pie en el cuello del salvaje. Ahora encuentro una explicación a esas extrañas fantasías: veo a las mujeres en general como bajas, muy por debajo del hombre; pero yo soy de otra manera, extremadamente orgullosa y bastante indominable, de donde surge que pienso como un hombre (que es por naturaleza orgulloso y superior). Esto hace que mi humillación delante del hombre que amo sea más intensa. También he fantaseado ser su esclava mujer, pero esto no es suficiente, porque después de todo cualquier mujer puede ser la esclava de su esposo”
El caso 84 nunca menciona que podría disfrutar del dolor, pero necesita ser dominada: “se imaginaba a si misma como absolutamente indefensa y amarrada”, “pone un pie en mi cuello mientras le beso el otro”, “mi humillación delante del hombre que amo”. Fantasea con escenas, como muchos de nosotros. Y no es una sumisa. Piensa de ella misma que es “extremadamente orgullosa y bastante indominable”, “Pienso como un hombre”, dice. Parece ser una característica de muchos masoquistas ser dominantes en la vida real, y creemos que parte de la emoción de jugar al sumiso es, para alguien que está mayormente en control, perderlo por un tiempo. Esto explicaría por qué tantos hombres, a quienes se les requiere ser dominantes en nuestra sociedad, disfrutan jugando con dominatrices. (Y, de paso, Caso 84 no es justamente una feminista).
El segundo caso no es tan interesante, pero redondea nuestro razonamiento:
Caso 85
"La señorita de X, de 35 años. La paciente dice:
“A los siete u ocho años de edad tuve el deseo de ser azotada. Como nunca fui azotada, ni nunca nadie fue castigado de esta manera en mi presencia, no puedo entender como llegué a tener tan extraño deseo. Sólo puedo pensar que es innato.
Con estas ideas de ser azotado tenía un sentimiento real de deleite, y fantaseaba acerca de lo bueno que sería ser azotada por una de mis amigas. Nunca tuve ningún pensamiento de ser azotada por un hombre. Me deleitaba en la idea, y nunca intenté ninguna realización real de mis fantasías, que desaparecieron cerca de los 10 años de edad. Sólo al leer de las “Confesiones” de Rousseau a los treinta y cinco años, entendí lo que significaban mis deseos, y que mis ideas anormales eran como las de Rousseau”
Dice: “no puedo entender como llegué a tener tan extraño deseo. Sólo puedo pensar que es innato” y no podríamos estar más de acuerdo...
1 MASTURBÀ TU MENTE PARA QUE EYACULE BUENAS IDEAS:
Mira vos que interesante, no conocia a este erudito...
saludos
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